A la cascada del Pinero o Pozo de los Lirios, en Masueco, provincia de Salamanca, no se llega así como así. Se llega porque uno quiere llegar porque pocos han oído hablar de ella, oculto su brillo por el cercano Pozo de los Humos.
Garcilaso de la Vega
Llegas allí, a la cascada del Pinero, y esos quince metros de caída del Arroyo de la Puente te inspiran viejos poemas como del Siglo de Oro español, como de Garcilaso de la Vega en su soneto I.
Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por dó me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;
mas cuando del camino estoy olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido:
sé que me acabo, y mas he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.
Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si quisiere, y aun sabrá querello:
que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?
Fray Luis de León
descubrí que se puede caminar por detrás de esa cortina cristalina del agua y mirarse frente a otro espejo, tan transparente…
Sí, esos versos me resonaron a mí y a todo el parque natural Arribes del Duero cuando estuve allí, en la cascada del Pinero, horas y horas sin poder moverme por la belleza de su contemplación. Y más, cuando descubrí que se puede caminar por detrás de esa cortina cristalina del agua y mirarse frente a otro espejo, tan transparente que dan ganas de…
Sí, es ahí donde me sentí como Fray Luis de León y rememoré aquellos sus versos de Vida retirada:
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal rüido,
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspes sustentado.
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
su lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado?
¿si en busca deste viento
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río,
oh secreto seguro deleitoso!
Roto casi el navío
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Retirarte no puedo, mas si pudiera alguna vez, lo haría aquí, en la cascada del Pinero. A ella llegaría porque querría y sería feliz.
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(Imagen: De Jacc15dkz – Trabajo propio, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=39496951)