En el corazón de la comarca zamorana de Benavente y Los Valles, se alzan las impresionantes ruinas del Monasterio de Santa María de Moreruela. Uno de los conjuntos monásticos más importantes de la Península Ibérica. Su historia, ligada a reyes, nobles y monjes cistercienses, nos habla de esplendor, decadencia y, sobre todo, de la huella imborrable que el arte románico y gótico dejaron en Castilla y León.
Orígenes y fundación
El lugar de Moreruela fue entregado en 1143 por Alfonso VII de Castilla y León a Ponce de Cabrera, noble catalán vinculado a la corte y a la familia de los Traba. El rey le encomendó fundar allí un monasterio regido por la regla de San Benito. Sin embargo, los orígenes monásticos parecen remontarse aún más atrás. Fuentes medievales hablan de fundaciones anteriores, atribuidas a san Froilán en tiempos de Alfonso III de Asturias, que habrían desaparecido tras las razias islámicas.
En 1163 ya aparece citado como Santa María de Moreruela, lo que confirma su incorporación a la orden del Císter. A partir de entonces, y gracias al apoyo de la monarquía y la nobleza, el monasterio vivió un gran auge entre los siglos XII y XIII, convirtiéndose en un referente espiritual y económico en el noreste peninsular.
La iglesia: una joya románica con aires góticos
La iglesia monástica es el elemento más destacado del conjunto. Se trata de un templo de 63 metros de largo y 26 de ancho, de planta de cruz latina con tres naves y un amplio crucero.
Lo más sobresaliente es su cabecera del siglo XII, con un ábside semicircular rodeado de una girola a la que se abren siete capillas radiales, solución arquitectónica poco común en la península en esa época. La capilla mayor está sostenida por ocho columnas y cubierta con bóvedas góticas de ojivas.
En el exterior, la cabecera se organiza en tres niveles de arcos, ventanales y canecillos, creando un juego visual único. Todavía se aprecian restos de policromía en su interior, con motivos vegetales y heráldicos.
Otros espacios destacados son la Sala Capitular, donde se reunía la comunidad, y la Sala de los Monjes (siglo XIV), que conserva su cubierta con bóvedas de mampostería.
De la prosperidad a la decadencia
Tras siglos de esplendor, Moreruela vivió momentos de crisis a partir del siglo XIV, aunque logró mantener un importante patrimonio. En los siglos siguientes atravesó diferentes etapas de reformas y abades comendatarios, hasta recuperar la regularidad en 1494.
Durante la Guerra de la Independencia, las tropas napoleónicas saquearon el monasterio. Poco después, con la desamortización de 1835, la comunidad quedó definitivamente exclaustrada y el conjunto entró en ruina, expoliado para otras construcciones de la zona.
Moreruela hoy
En 1931 fue declarado Monumento Nacional y en 1994 pasó a ser propiedad de la Junta de Castilla y León, que desde entonces ha impulsado proyectos de restauración y conservación.
Hoy, visitar Santa María de Moreruela es adentrarse en un lugar cargado de espiritualidad e historia, donde la grandeza del arte cisterciense sigue viva entre los muros de piedra. Un testimonio único de cómo el patrimonio puede resistir el paso del tiempo y recordarnos la importancia de protegerlo.
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