Sitúate frente al palacio de los Sedeño o del Marqués de Los Altares, en Arévalo, Ávila. Cierra los ojos. Respira. Intenta no abrirlos. Respira. Ábrelos. Respira. Imagínate en el siglo XV, cuando se construyó.
Ricos relieves
Ahora recorre con tus ojos abiertos a fuego la fachada, adornada con ricos relieves y adustos enrejados. Respira. Mira la torre árabe, con reja, gótica y puerta engañosa, pues invita a entrar, pero… no se puede ver.
Palacio típico castellano
Estás entrando y llegar al patio central con sus dependencias que bailan en el tiempo a su alrededor…
Cierra los ojos. Respira. Trata de imaginar este palacio típico de la nobleza de la época. Estás entrando y llegar al patio central con sus dependencias que bailan en el tiempo a su alrededor…
El paso de los siglos
Abre los ojos y piensa en el paso indiscutible de los años y los siglos. Piensa en cómo lo más grande y bello se puede derruir. Piensa en todos los que por allí pasaron, rieron y lloraron.
Germana de Foix
Piensa en Germana de Foix, segunda esposa de Fernando II de Aragón el católico, y en cómo pasó allí algunos años. Imagínala subiendo a la torre de dieciocho metros de altura. Sonriendo, coqueta, mirando al infinito.
En la ruina
Piensa en que ese patio poseía un jardín, un pozo, una huerta. Piensa en este palacio como un ejemplo. Cierra los ojos. Repítete a ti mismo: «Está en la ruina. Este palacio está en la ruina e, incluso así, no puedo dejar de mirarlo, de respirarlo, de admirarlo…».
¿Lo has hecho ya? Ahora deja de mirarlo y sal de la calle Santa María, que es donde está, y date un paseo por Arévalo.
Ha pasado una hora. Han pasado tres horas. ¿Qué es lo que más recuerdas? Sí, el Palacio de Los Sedeño.
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(Imagen: de Xemendura en Wikimedia Commons)