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Las Cabañas: bueno, bonito y barato

autor Administrador
Las Cabañas Restaurante

Viajo habitualmente de Salamanca a Madrid, cuestiones de trabajo, quizá porque siempre voy apretado de tiempo nunca he parado en las poblaciones que están al lado de la carretera, salvo cuando las tareas en Madrid se dieron bien y me sobró tiempo, entonces suelo parar en Ávila. Impresionante ciudad.

Pero mira por dónde, en una de esas ocasiones, en la que debía venir con la cabeza en otra cosa, me pasé la ciudad amurallada. Decidí parar en Peñaranda de Bracamonte, un municipio a cuarenta kilómetros de Salamanca, del que he oído hablar en múltiples ocasiones de su ambiente, de sus fiestas, de sus bares, de su gente…, pero que nunca había visitado.

A veces, cuesta salir de la salir de la autovía y parar en otro sitio que no sea alguna de las áreas de descanso. Tal vez no venga al caso, pero en estos espacios hosteleros casi nunca se encuentra nada reseñable, cumplen su función, pero la verdad es que todo es demasiado estándar, sin personalidad, ausente cualquier compromiso con el servicio al cliente, salvo, lo tengo que decir por honestidad, la limpieza de los baños, en general muy buena.

Como comentaba paré a descansar en Peñaranda de Bracamonte, la salida es sencilla y la población queda muy cerca de la misma. Lo siguiente fue buscar el centro urbano y aparcar: el GPS me llevó a la plaza del pueblo en apenas tres minutos. Esta fue mi primera sorpresa, no había una plaza sino dos, unidas ambas y porticadas. Bien cuidadas y muy amplias. Al fondo una iglesia de gran porte cuyo tejado está coronado por una extraña torre, muy rara con respecto al edificio histórico. Modernidades, pensé, que sin duda estropean la vista.

La hora de la comida

Me decidí a comer en algún restaurante. Pedí ayuda al móvil, me señaló varios, uno de ellos justo enfrente del lugar en el que me encontraba. Tanto en Google como en Tripadvaisor, muy buenos comentarios. Con estas herramientas me he llevado sorpresas desagradables, pero con todo decidí seguir el consejo, no tenía que caminar más de cincuenta metros.

Está ubicado en un patio cerrado, con techo de cristal, muy luminoso

Una fachada moderna alberga un restaurante fundado en 1885, casi nada. Antes de entrar al comedor decidí curiosear. Lo primero la cafetería, limpia y amplia, con una barra repleta de pinchos, así los llaman en esta localidad: pinchos no tapas. La presentación muy cuidada. Había variedad entre ellos, modernitos y tradicionales. Ya sabéis, entre los primeros, bases de hojaldre con distintos componentes y entre los tradicionales se distinguían la típica oreja, morro y rabo guisado. Con muy buena pinta. Tanto me llamaron la atención unas empanadillas que pregunté de qué estaban rellenas. De tres tipos las había: bonito, setas y carne. Tenían muy buena pinta, pero quería hacer una única comida.

Comer de menú o comer de carta

Pasé al comedor. Está ubicado en un patio cerrado, con techo de cristal, muy luminoso. Como la plaza del pueblo gran parte de su perímetro es una especie de soportal. Un comedor fantástico, las mesas sin apreturas. Muy, muy llamativo. Bastante ocupado para las fechas en las que estábamos, lo que daba muy buena impresión.

No habían pasado treinta segundos y un camarero me indicó que me sentara en cualquiera de las mesas que quedaban libres, no más de tres. Me ofreció la posibilidad de comer un menú o a la carta. El menú valía veinte euros y tenía tres platos, postre y vino. Me decidí por la carta, con muchas posibilidades, muy variada. Elegí de primero Puerros rellenos de piñones asados a la mostaza antigua y de segundo cochinillo, que al parecer es el plato tradicional de la zona. De postre Hojaldre fino de manzana y helado de vainilla. Comí muy bien y a un buen precio. Mientras comía consulté la página web del local, que os dejo para que podáis ver las instalaciones, ya que además de restaurante tiene hotel y espacios para la celebración de bodas y eventos.

Sin duda alguna, merece la pena, al menos de vez en cuando, salirse de la autovía y visitar los pueblos que quedan al lado, estoy seguro de que son muchos los que guardan sorpresas agradables. Lo estándar está bien, pero no es lo mejor. Estoy seguro de que hay muchos sitios buenos, bonitos y baratos, si miramos la relación calidad precio, como este de Las Cabañas.

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