Entre las hayas, en Los Argüellos, encontramos un lugar donde nacen algunas leyendas. La escenografía provocada por la luz y sus sombras era tan enigmática que buscaba con la mirada personajes mitológicos. Bajo la cima del Cueto Acino, en las Hoces de Valdeteja, caminamos por el Hayedo de Tejeda.
La primera visión fue un anuncio de lo que estaba por suceder: una rama baja de una gran haya acogía en su horquilla una bola de musgos que daban forma a uno de los nidos más hermosos, el de los mitos. Unos pájaros inquietos y gregarios, que se desplazan en familia con un vuelo plagado de siseos.
La humedad latente, incluso en verano, provocaba en este bosque unos tapices verdeantes que contrastaban con la hojarasca de óxidos en el naciente de los árboles. En esa galería vegetal abovedada de hayas, hallaríamos zonas despejadas, desde las cuales podías asomarte al valle y ver la secuencia de cimas y lomas.
A última hora de la tarde escuchábamos el “río del olvido”, el Curueño, mientras una puesta de sol en collage invitaba a degustar los arándanos silvestres que se arrellanaban con nosotros en el prado. Placeres sencillos.
Información:
Experiencia:
Libro recomendado: El río del olvido, de Julio Llamazares.