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Las hoces del Duratón en los bosques del azogue

autor Administrador

El amarillo más intenso lo forma una sinuosidad de álamos y fresnos. En la parte baja de las Hoces, ribeteando al agua, se forma ahora un camino de baldosas amarillas digna del mago de Oz, un camino que tiene luz propia. Con los ojos del amanecer o el atardecer es extraño que alguien no se quede parado en los cortados calizos, simplemente mirando en silencio.

Es el silencio una de las especies en vías de extinción que allí habitan y que nos permite escuchar el siseo de las alas de los buitres leonados. Pasan llameantes, muchas veces indiferentes a nuestra presencia permitiendo que sigamos su vuelo con la mirada.

En este valle kárstico la sabina albar es el arbusto, la conífera que acompaña a los lugares sacros de la Ermita románica de San Frutos y el monasterio de la Hoz. Atalayas al discurso del río que ha dibujado un paisaje excepcional en forma de cañón con la erosión de sus aguas. Desde luego el amarillo es un alarde en el Duratón.

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